Un viaje de mil millas comienza con el primer paso (Lao-Tsé)
Cuando subió al tren, recorrió parte del pasillo, para sentarse en el lugar donde su mirada ya descansaba desde que entró. Delante de él, una niña de unos 4 años. Al lado de la niña, pudo distinguir a una chica joven, su hermana debería haber sido, pero la llamada de atención de la niña, usando la palabra "mamá" dirigida a su acompañante, le sacó de dudas, para sumergirle de nuevo en ellas.
¿Qué edad podría tener aquella muchacha? Aún no habría acabado la universidad, y teniendo en cuenta que la niña tendría 4 años...
El chico había tenido un mal día, y además, había estado a punto de salirse de la carretera. Su corazón aun le bombeaba del susto. Mientras recordaba la valla doblada, y la rueda delantera a escasos 2 centímetros del precipicio, un nuevo golpe le devolvió a la realidad: a la niña se le había caído un llavero que tenía forma de labios. Él se agachó, cogió el llavero y se lo entregó a la pequeña.
"Dale las gracias, hija" - le dijo cariñosamente la madre.
"¿Quieres darle un besito?" - preguntó la niña al chico, mientras señalaba su llavero.
" Mejor que me lo dé el llavero a mí" - contestó mientras ponía le ofrecía su mejilla.
Y en un segundo sucedió que la niña acercó el "llavero-labios" a la cara del chico, en ese mismo segundo, la madre miraba al chico con una sonrisa quizá llena de ternura, quizá llena de nostalgia, en ese mismo segundo, el chico posó su mirada en la madre y creyó conocerla de toda la vida.
El joven, siguió jugando con la niña. Alguien que hubiera visto esa escena, y que no los conociese, hubiera asegurado por lo más sagrado, que se trataba de un padre jugando con su hija. De vez en cuando, las miradas de los dos jóvenes se cruzaban tan rápidamente como se descruzaban, y no por ello eran miradas mudas.
El tren paró, el juego con la niña paró, el juego de miradas paró...
Cogió su maleta azul y antes de salir giró la cabeza para decir adiós. La niña estaba agitando su mano, mientras con la otra, le lanzó su llavero. La joven madre tenía los ojos encharcados, pero de gratitud. El corazón del joven estaba bombeando sin cesar, pero esta vez, no del susto del accidente.
El tren se marchó, y nadie de los que había en ese andén, vió bajar a un chico joven con una maleta azul.
"El joven de la maleta azul", de Acus.
jueves, 9 de noviembre de 2006
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17 comentarios:
bueno ya no quedan palabras de agradecimiento... por que desvordas HUMILDAD, entrega y un cariño sin precedentes en el mondo-blog... espero lleguen mas palabras para decirte gracias gracias de verdad... luego paso con MAS tiempo.. CARIÑO ENORME.. GIGANTE....
tienes tantas palabras que no las veos... las siento conmigo... si YO OTRA VEZ.. es que te has pasado con lo de hoy... tan tierna como imposible...
gracias....de corazón
me gusto tu cuento, lo vi todo, y fue tierno.
gracias.
savias palabras... dulces...de buena tinta, como digo yo...
gracias por compartir tanto conmigo...
ojalá el mundo estuviera lleno de tu magia...
Acus, que bella narración cuidas tanto detalles, me hiciste recordar un libro Leo Buscalia, donde palabra mas o menos decía que uno a veces no sabes quien esta al lado en tu clase o quien falto, era algo muy lindo para reflexionar, pasan tantas cosas a tu lado y ni cuentas te da
Abrazo de miradas que se ve y no se ven
Que bello¡¡¡¡¡me emocionó.
Muchos aplausos.
Que lindo, me conmovio. Puedo dar fe que esos encuentros en los que uno se reconoce en solo un instante, Existen!
Guerrerobox, grandes tus palabras, me quedan holgadas en mi cerebro que tiene talla (M). Un abrazo que espero que cubra tu enorme corazón.
Gracias a ti Mariana por leerme y ver mi cuento, donde la invención sólo juega el 30% del relato...
Alida, es muy cierto eso que dices. Quién sabe lo que podrá influir en mi vida la persona que se sienta conmigo, o con la que me cruzo en un portal, o con la que me choco al doblar una esquina. El mundo es demasiado imprevisible para esas cosas. Leo tiene que ser un tipo muy sabio. Besos que creen conocerte de toda la vida.
Gracias Morgana, gracias por pasarte. A mí sí que me emocionó ver a esa niña con su madre...
Azul Caleidoscopio, son momentos muy puntuales, pero cuando sucede algo así, por lo general es muy fuerte y no me refiero a un simple "flechazo", sino a algo que nace de lo más íntimo. Besos
Nadie lo vio bajar porque... ¡no se bajó! Volvió a entrar para devolverle el llavero a la niña... y aprovechando la ocasión, la madre de ella le pidió al chico joven de la maleta azul que no se fuera...
Y ahí comienza otra historia ;)
Besotes, Acus!! Qué bien sabes aprovechar la inspiración de la vida!
Froggy, a lo mejor nadie le vió porque todos eran ciegos, o porque era el hombre-invisible, o porque se dejó la maleta en el tren y bajó sin ella... ¡acabas de escribir la segunda parte de la historia del joven de la maleta azul! ¡Qué guay! Un besazo muy grande ranita.
Me encantan las historias de trenes
¿Sera porque pasé toda mi infancia y juventud al lado de una estación?
Esta es preciosa y muy bien contada, podría ser verdadera.Besitos
Me ha encantado. He estado escuchando al fondo el sonido de tu tren mientras te leía. Cuando he terminado de leerte segúia sonando.
Es lo que tiene viajar en tren...magia
Precioso relato.
Saludos!
alooooo... bueno, aqui otra vez, recorriendo 1 y mil acordes mal de este mundo tan maravilloso...
salud...
te pasas...
alooo, otra vez por aqui....
hermoso blog... eternamente
Anduría, que ya sé que estás lanzando una indirecta a los Reyes Magos para que te traigan un trenecito eléctrico..., ¡¡para eso has de ser buena!!
Javier, gracias por haberte transportado a otro mundo mientras lo leías. Si oías al tren todo el rato..., ¡es que también ibas tú en él!
Athe, al igual que al encontrarnos frente a un mago no sabemos qué hará desaparecer, en un viaje no sabemos qué nos va a suceder...
Gracias Pequeña Hormiguita, por tu breve comentario, pero lleno de tanta nobleza.
Guerrerobox..., gracias, gracias, gracias...
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