Vivir en la Tierra es caro pero ello incluye un viaje gratis alrededor del sol cada año (Anónimo)
"¡Din don din! Pasajeros con el vuelo 3891 destino Dublín, pueden empezar a embarcar por la puerta 13"
Es nuestro vuelo. Damos por finalizada nuestra partida de cartas. Las guardamos junto al bolsillo de nuestro entusiasmo, cogemos las maletas y nos dirigimos al pasillo que nos conducirá al avión. Mi prima ha sido más rápida (o yo más considerado) y se ha sentado junto a la ventanilla.
El motor ruge y yo le digo a mi corazón que ya falta poco para llegar, así que, aunque todavía impaciente, se tranquiliza. El motor se enciende (esta vez sí es el del avión). Nos elevamos mientras no paro de pensar que algún día me lanzaré en paracaídas. Mis ganas de llegar me están esperando ya en Irlanda. ¡Ya voy, ya voy!, les digo.
Esto es una introducción de lo que podría pasar mañana. Mañana marcho para Dublín, con dos primos, mi hermana, mi cuñado y la hermana de mi cuñado, así que os deseo lo mejor para esta semana. No creo que os eche de menos, vuestras almas se vendrán conmigo y la mía se quedará con vosotros (¡tenéis que compartirla!)
Hasta la próxima semana, abrazos para todos.
martes, 28 de noviembre de 2006
domingo, 26 de noviembre de 2006
A medio camino
Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo (Ramón Gómez de la Serna)
Hay momentos puntuales en los que creo que estoy escaso de fósforo. Esta tarde, he superado la barrera de la paciencia y he llegado a agobiarme debido a los insignificantes (pero muchos seguidos) hechos que os voy a relatar, pero como estoy escribiendo de madrugada, seré breve con el estilo narrativo.
Cojo el paraguas STOP Cojo las llaves de casa STOP Me pongo el polar que empieza a hacer frío STOP A medio camino de mi destino, me doy cuenta de que me he dejado el móvil en casa, y lo necesito porque me tienen que localizar varias personas STOP Regreso a casa STOP Cojo el móvil STOP A medio camino de mi destino, me vuelvo a dar cuenta de que no llevo conmigo dos cintas de casette necesarias que tenía que entregar esta tarde STOP Me vuelvo para mi casa murmurando "¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?..." STOP Cojo una de las cintas STOP Cojo la segunda cinta y observo que tiene la cinta doblada STOP Tierra trágame porque es muy importante la cinta STOP Me convierto en McGuiver y trato de revivir a la cinta STOP El boca a boca no ha funcionado STOP Tendré que quitar el doblez con la mano y con mucho cuidado STOP Al final parece que todo ha ido bien STOP Bajo a la calle de nuevo, llevando la cinta con una mano, mientras voy pasando manualmente la cinta de una ruedecilla a la otra para ver si tiene más dobleces STOP A medio camino (¿qué tendrá esa parte del recorrido? ¿las neuronas del recuerdo que no tengo en mi cabeza?) resulta que me doy cuenta de que olvidé mi paraguas en casa (tuve que arreglar la cinta y para ello, el paraguas estorbaba un poco) y oigo reír a las nubes que están sobre mi cabeza STOP Esta vez no me vuelvo, mojarme ya me dará igual STOP He llegado 20 minutos tarde STOP Al final, mis niñas de Juvecentro me han alegrado el día STOP El teatro me ha desembotado la cabeza STOP Me he tomado dos donuts STOP Cirano ha inspirado a mis labios STOP Y mi cuñado y yo nos hemos ido a dar un paseo con las motos STOP Creo que al final el día ha sido magnífico STOP
Hay momentos puntuales en los que creo que estoy escaso de fósforo. Esta tarde, he superado la barrera de la paciencia y he llegado a agobiarme debido a los insignificantes (pero muchos seguidos) hechos que os voy a relatar, pero como estoy escribiendo de madrugada, seré breve con el estilo narrativo.
Cojo el paraguas STOP Cojo las llaves de casa STOP Me pongo el polar que empieza a hacer frío STOP A medio camino de mi destino, me doy cuenta de que me he dejado el móvil en casa, y lo necesito porque me tienen que localizar varias personas STOP Regreso a casa STOP Cojo el móvil STOP A medio camino de mi destino, me vuelvo a dar cuenta de que no llevo conmigo dos cintas de casette necesarias que tenía que entregar esta tarde STOP Me vuelvo para mi casa murmurando "¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?..." STOP Cojo una de las cintas STOP Cojo la segunda cinta y observo que tiene la cinta doblada STOP Tierra trágame porque es muy importante la cinta STOP Me convierto en McGuiver y trato de revivir a la cinta STOP El boca a boca no ha funcionado STOP Tendré que quitar el doblez con la mano y con mucho cuidado STOP Al final parece que todo ha ido bien STOP Bajo a la calle de nuevo, llevando la cinta con una mano, mientras voy pasando manualmente la cinta de una ruedecilla a la otra para ver si tiene más dobleces STOP A medio camino (¿qué tendrá esa parte del recorrido? ¿las neuronas del recuerdo que no tengo en mi cabeza?) resulta que me doy cuenta de que olvidé mi paraguas en casa (tuve que arreglar la cinta y para ello, el paraguas estorbaba un poco) y oigo reír a las nubes que están sobre mi cabeza STOP Esta vez no me vuelvo, mojarme ya me dará igual STOP He llegado 20 minutos tarde STOP Al final, mis niñas de Juvecentro me han alegrado el día STOP El teatro me ha desembotado la cabeza STOP Me he tomado dos donuts STOP Cirano ha inspirado a mis labios STOP Y mi cuñado y yo nos hemos ido a dar un paseo con las motos STOP Creo que al final el día ha sido magnífico STOP
miércoles, 22 de noviembre de 2006
Otra mano
¬
Tiemblan inviernos en mi mano yerta,
y en la tuya, cerrada, no consigo
ni acción de amante ni calor de amigo;
y así busco otra cálida y abierta.
Mujer desconocida, si a tu puerta
golpean los nudillos de un mendigo,
¿le dejarás entrar, dándole abrigo?;
¿le extenderás tu mano, aunque inexperta?
Mis alforjas al hombro están vacías
de haberlo dado todo. ¿Me darías
de tu pan y tu vino junto al fuego?
Serás un intervalo en mi camino,
o tal vez mi objetivo, mi destino,
al que tras tanto deambular hoy llego.
"Otra mano". de Francisco Álvarez Hidalgo
Tiemblan inviernos en mi mano yerta,
y en la tuya, cerrada, no consigo
ni acción de amante ni calor de amigo;
y así busco otra cálida y abierta.
Mujer desconocida, si a tu puerta
golpean los nudillos de un mendigo,
¿le dejarás entrar, dándole abrigo?;
¿le extenderás tu mano, aunque inexperta?
Mis alforjas al hombro están vacías
de haberlo dado todo. ¿Me darías
de tu pan y tu vino junto al fuego?
Serás un intervalo en mi camino,
o tal vez mi objetivo, mi destino,
al que tras tanto deambular hoy llego.
"Otra mano". de Francisco Álvarez Hidalgo
lunes, 20 de noviembre de 2006
En un suspiro
Una película de éxito es aquella que consigue llevar a cabo una idea original (Woody Allen)
Caminando por la calle, a la hora del cierre de comercios, paso por una tienda de electrodomésticos cuya reja metálica estaba descendiendo. En esto que mi mente empieza a elucubrar diversas películas tales como Indiana Jones, donde el personaje, justo antes de que se cerrara una compuerta, lograba pasar por debajo, pero volvía a sacar el brazo para coger el sombrero que se le había caído.
En el momento en que la verja estaba bajando, me veía rodar sobre mí mismo soltando el paraguas, logrando pasar en el último instante, y como no, habiendo cogido mi paraguas junto al último grito del espectador, que serían los que trabajaban en esa tienda.
Tuve tantas ganas de hacer eso..., pero la alerta roja de mi consciencia se disparó y sobornaron a mis piernas para seguir caminando, mientras yo veía como la verja llegaba al final de su recorrido. De verdad, me entraron tantas ganas de pasar por debajo, in extremis..., pero eso se quedó en un suspiro.
Caminando por la calle, a la hora del cierre de comercios, paso por una tienda de electrodomésticos cuya reja metálica estaba descendiendo. En esto que mi mente empieza a elucubrar diversas películas tales como Indiana Jones, donde el personaje, justo antes de que se cerrara una compuerta, lograba pasar por debajo, pero volvía a sacar el brazo para coger el sombrero que se le había caído.
En el momento en que la verja estaba bajando, me veía rodar sobre mí mismo soltando el paraguas, logrando pasar en el último instante, y como no, habiendo cogido mi paraguas junto al último grito del espectador, que serían los que trabajaban en esa tienda.
Tuve tantas ganas de hacer eso..., pero la alerta roja de mi consciencia se disparó y sobornaron a mis piernas para seguir caminando, mientras yo veía como la verja llegaba al final de su recorrido. De verdad, me entraron tantas ganas de pasar por debajo, in extremis..., pero eso se quedó en un suspiro.
viernes, 17 de noviembre de 2006
Los tres cerditos
¬
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
Uno soñaba que era un rey
y que al momento pedía un pastel,
su gran ministro le hizo traer
quientos pasteles sólo para él.
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
Otro soñaba que en el mar,
en una lancha se iba a remar,
mas de repente, al embarcar,
se cayó de la cama y se puso a llorar.
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
El más pequeño de los tres,
un cochinito lindo y cortés,
ese soñaba con trabajar
para ayudar a su pobre mamá.
Y así soñando sin despertar,
los cochinitos pueden jugar.
Ronca que ronca y vuelve a roncar,
al país de los sueños se van a pasear.
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
"Los cochinitos", de Rosa León
Le Dedico Esta Canción A Mi Mamita, Porque De Pequeño (Y No Tan Pequeño) Me La Cantaba Mientras, Con Mucho Cariño, Me Rascaba La Espalda. Los Tres Cerditos, Mi Cuento Preferido. Podría Decir, Y Me Quedo Corto, Que Mi Mami Es Como El Cerdito Más Pequeño, Siempre Sacrificándose Por Su Familia. Mis Palabras De Agradecimiento, Ya Sabes Que Son Insuficientes Por Todo Lo Que Has Hecho, Haces Y Harás Por Mí. ¡Ah!, Esta Noche Llegaré Tarde A Casa, Ja, Ja, Ja. Te Quiero Con Locura (Cuando Estoy Cuerdo También)
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
Uno soñaba que era un rey
y que al momento pedía un pastel,
su gran ministro le hizo traer
quientos pasteles sólo para él.
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
Otro soñaba que en el mar,
en una lancha se iba a remar,
mas de repente, al embarcar,
se cayó de la cama y se puso a llorar.
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
El más pequeño de los tres,
un cochinito lindo y cortés,
ese soñaba con trabajar
para ayudar a su pobre mamá.
Y así soñando sin despertar,
los cochinitos pueden jugar.
Ronca que ronca y vuelve a roncar,
al país de los sueños se van a pasear.
Los cochinitos ya están en la cama,
muchos besitos les dio su mamá.
Y calentitos todos en pijama,
dentro de un rato todos soñarán.
"Los cochinitos", de Rosa León
Le Dedico Esta Canción A Mi Mamita, Porque De Pequeño (Y No Tan Pequeño) Me La Cantaba Mientras, Con Mucho Cariño, Me Rascaba La Espalda. Los Tres Cerditos, Mi Cuento Preferido. Podría Decir, Y Me Quedo Corto, Que Mi Mami Es Como El Cerdito Más Pequeño, Siempre Sacrificándose Por Su Familia. Mis Palabras De Agradecimiento, Ya Sabes Que Son Insuficientes Por Todo Lo Que Has Hecho, Haces Y Harás Por Mí. ¡Ah!, Esta Noche Llegaré Tarde A Casa, Ja, Ja, Ja. Te Quiero Con Locura (Cuando Estoy Cuerdo También)
jueves, 16 de noviembre de 2006
Cruce
Lo peor que puede hacerse es cruzar el precipicio en dos saltos (David Lloyd George)
De él, conocía parte de su vida. Era un tipo alegre, sin complejos, con un modesto trabajo en un kiosko de prensa, aunque él siempre decía que su trabajo consistía en culturizar e informar a la gente sobre lo que nos rodea. Nunca llamaba a las cosas por su nombre. Su perro, era su pequeña joya; cuando iba a la panadería, decía que iba a viajar al paraíso de los sentidos, e incluso, cuando tenía que ir al baño, su frase era "algunos de mis fluídos van a emigrar".
De ella, no se sabía más que una sola cosa: todos los días, a la misma hora, pasaba por una pequeña calle ascendente, en la que no había más que una peluquería y un pequeño jardín.
Él, como tantas otras veces, se dirigía a su kiosko por el mismo camino de siempre (en vez de camino, él decía que todas las mañanas hacía una marcha por una "senda laboral"), y como de costumbre, pasaba por una pequeña calle descendente llamada (por él) la calle "mágica", porque a la vuelta del trabajo se encontraba la inclinación al revés, y en donde sólo existía una peluquería ("podadora humana") y un jardín chiquitito, el cual, en los días más calurosos, era regado por el chico con una pistola de agua mientras no paraba de andar.
Ella, como no, a esa hora exacta, subía la calle, como siempre...
Para él, no fue como siempre. En esta ocasión, por primera vez, le pareció conocida una cara, la de ella. ¿La habría visto en algún otro lugar?
Para ella, es posible que fuera un día más, es algo que nadie sabe.
Día tras día, él volvía a cruzarse con ella, en la misma "gran" calle, junto al mismo "gran parque".
Día tras día, ella volvía a cruzarse con él, en la misma pequeña calle, junto al mismo pequeño jardín.
Por primera vez en su vida, él empezó a llamar a las cosas por su nombre, amor..., era amor.
Por primera vez en su vida, ella iba, a no se sabe dónde, y lo hacía feliz.
"Cruce", de Acus.
De él, conocía parte de su vida. Era un tipo alegre, sin complejos, con un modesto trabajo en un kiosko de prensa, aunque él siempre decía que su trabajo consistía en culturizar e informar a la gente sobre lo que nos rodea. Nunca llamaba a las cosas por su nombre. Su perro, era su pequeña joya; cuando iba a la panadería, decía que iba a viajar al paraíso de los sentidos, e incluso, cuando tenía que ir al baño, su frase era "algunos de mis fluídos van a emigrar".
De ella, no se sabía más que una sola cosa: todos los días, a la misma hora, pasaba por una pequeña calle ascendente, en la que no había más que una peluquería y un pequeño jardín.
Él, como tantas otras veces, se dirigía a su kiosko por el mismo camino de siempre (en vez de camino, él decía que todas las mañanas hacía una marcha por una "senda laboral"), y como de costumbre, pasaba por una pequeña calle descendente llamada (por él) la calle "mágica", porque a la vuelta del trabajo se encontraba la inclinación al revés, y en donde sólo existía una peluquería ("podadora humana") y un jardín chiquitito, el cual, en los días más calurosos, era regado por el chico con una pistola de agua mientras no paraba de andar.
Ella, como no, a esa hora exacta, subía la calle, como siempre...
Para él, no fue como siempre. En esta ocasión, por primera vez, le pareció conocida una cara, la de ella. ¿La habría visto en algún otro lugar?
Para ella, es posible que fuera un día más, es algo que nadie sabe.
Día tras día, él volvía a cruzarse con ella, en la misma "gran" calle, junto al mismo "gran parque".
Día tras día, ella volvía a cruzarse con él, en la misma pequeña calle, junto al mismo pequeño jardín.
Por primera vez en su vida, él empezó a llamar a las cosas por su nombre, amor..., era amor.
Por primera vez en su vida, ella iba, a no se sabe dónde, y lo hacía feliz.
"Cruce", de Acus.
martes, 14 de noviembre de 2006
El reflejo de la envidia
El arte es el reflejo del mundo. Si el mundo es horrible, el reflejo también lo es (Paul Verhoeven)
Sus miradas se cruzaron por el rabillo del ojo, el suficiente tiempo para reaccionar ante ese estímulo y poder detenerse. Lentamente, desconcertados, volvieron la cabeza al mismo tiempo y se miraron el uno al otro. El desprecio se palpaba en el aire.
Uno, sentía envidia del otro porque le veía lleno de vida, con un color de piel tan saludable, una imagen tan vital, porque siempre sería consciente de sí mismo, y no se dejaba manejar como si fuera una marioneta...
El otro, sentía envidia del primero, porque gozaba de una vida ajena al sufrimiento, en muchas ocasiones sabía desconectar del mundo, nunca te echaría las culpas, era un acompañante fiel e incapaz de dañar a alguien...
Dándose cuenta de que mantenían la mirada fijamente sobre el otro, giraron rápidamente la cabeza, al mismo tiempo, con una exactitud infinitesimal.
El hombre que se había visto reflejado en el escaparate, siguió vacilante y cabizbajo su camino.
"El reflejo de la envidia", de Acus.
Sus miradas se cruzaron por el rabillo del ojo, el suficiente tiempo para reaccionar ante ese estímulo y poder detenerse. Lentamente, desconcertados, volvieron la cabeza al mismo tiempo y se miraron el uno al otro. El desprecio se palpaba en el aire.
Uno, sentía envidia del otro porque le veía lleno de vida, con un color de piel tan saludable, una imagen tan vital, porque siempre sería consciente de sí mismo, y no se dejaba manejar como si fuera una marioneta...
El otro, sentía envidia del primero, porque gozaba de una vida ajena al sufrimiento, en muchas ocasiones sabía desconectar del mundo, nunca te echaría las culpas, era un acompañante fiel e incapaz de dañar a alguien...
Dándose cuenta de que mantenían la mirada fijamente sobre el otro, giraron rápidamente la cabeza, al mismo tiempo, con una exactitud infinitesimal.
El hombre que se había visto reflejado en el escaparate, siguió vacilante y cabizbajo su camino.
"El reflejo de la envidia", de Acus.
lunes, 13 de noviembre de 2006
No veo nada
Los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán; los que de veras hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen (Johann Wolfgang Goethe)
No veo nada. No puedo abrir los ojos. El tiempo y el espacio siguen durmiendo encima de mí y no puedo levantarme. Tampoco me apetece despertarles de sus respectivas dimensiones. Oigo un zumbido que me atormenta y cada vez retumba con mayor fuerza. En menuda paradoja estoy metido: si apago el despertador para poder seguir durmiendo, me habré despejado lo suficiente para levantarme este lunes y seguir con mis quehaceres, y no puedo continuar mi plácido sueño si el despertador martillea mis tímpanos. Ambas acciones me llevan a un fin común, es lunes, he de levantarme para ir a trabajar y sonreír por el camino, ya que cada segundo que pasa, es un segundo menos para que llegue de nuevo el fin de semana, aunque..., ¿acaso entre semana no pasan cosas divertidas? Voy a buscar esas cosas, aunque preferiría que me encuentren a mí, que es más cómodo.
Algo ha detenido en seco mi trayectoria..., normal..., aun no había abierto los ojos...
No veo nada. No puedo abrir los ojos. El tiempo y el espacio siguen durmiendo encima de mí y no puedo levantarme. Tampoco me apetece despertarles de sus respectivas dimensiones. Oigo un zumbido que me atormenta y cada vez retumba con mayor fuerza. En menuda paradoja estoy metido: si apago el despertador para poder seguir durmiendo, me habré despejado lo suficiente para levantarme este lunes y seguir con mis quehaceres, y no puedo continuar mi plácido sueño si el despertador martillea mis tímpanos. Ambas acciones me llevan a un fin común, es lunes, he de levantarme para ir a trabajar y sonreír por el camino, ya que cada segundo que pasa, es un segundo menos para que llegue de nuevo el fin de semana, aunque..., ¿acaso entre semana no pasan cosas divertidas? Voy a buscar esas cosas, aunque preferiría que me encuentren a mí, que es más cómodo.
Algo ha detenido en seco mi trayectoria..., normal..., aun no había abierto los ojos...
jueves, 9 de noviembre de 2006
El joven de la maleta azul
Un viaje de mil millas comienza con el primer paso (Lao-Tsé)
Cuando subió al tren, recorrió parte del pasillo, para sentarse en el lugar donde su mirada ya descansaba desde que entró. Delante de él, una niña de unos 4 años. Al lado de la niña, pudo distinguir a una chica joven, su hermana debería haber sido, pero la llamada de atención de la niña, usando la palabra "mamá" dirigida a su acompañante, le sacó de dudas, para sumergirle de nuevo en ellas.
¿Qué edad podría tener aquella muchacha? Aún no habría acabado la universidad, y teniendo en cuenta que la niña tendría 4 años...
El chico había tenido un mal día, y además, había estado a punto de salirse de la carretera. Su corazón aun le bombeaba del susto. Mientras recordaba la valla doblada, y la rueda delantera a escasos 2 centímetros del precipicio, un nuevo golpe le devolvió a la realidad: a la niña se le había caído un llavero que tenía forma de labios. Él se agachó, cogió el llavero y se lo entregó a la pequeña.
"Dale las gracias, hija" - le dijo cariñosamente la madre.
"¿Quieres darle un besito?" - preguntó la niña al chico, mientras señalaba su llavero.
" Mejor que me lo dé el llavero a mí" - contestó mientras ponía le ofrecía su mejilla.
Y en un segundo sucedió que la niña acercó el "llavero-labios" a la cara del chico, en ese mismo segundo, la madre miraba al chico con una sonrisa quizá llena de ternura, quizá llena de nostalgia, en ese mismo segundo, el chico posó su mirada en la madre y creyó conocerla de toda la vida.
El joven, siguió jugando con la niña. Alguien que hubiera visto esa escena, y que no los conociese, hubiera asegurado por lo más sagrado, que se trataba de un padre jugando con su hija. De vez en cuando, las miradas de los dos jóvenes se cruzaban tan rápidamente como se descruzaban, y no por ello eran miradas mudas.
El tren paró, el juego con la niña paró, el juego de miradas paró...
Cogió su maleta azul y antes de salir giró la cabeza para decir adiós. La niña estaba agitando su mano, mientras con la otra, le lanzó su llavero. La joven madre tenía los ojos encharcados, pero de gratitud. El corazón del joven estaba bombeando sin cesar, pero esta vez, no del susto del accidente.
El tren se marchó, y nadie de los que había en ese andén, vió bajar a un chico joven con una maleta azul.
"El joven de la maleta azul", de Acus.
Cuando subió al tren, recorrió parte del pasillo, para sentarse en el lugar donde su mirada ya descansaba desde que entró. Delante de él, una niña de unos 4 años. Al lado de la niña, pudo distinguir a una chica joven, su hermana debería haber sido, pero la llamada de atención de la niña, usando la palabra "mamá" dirigida a su acompañante, le sacó de dudas, para sumergirle de nuevo en ellas.
¿Qué edad podría tener aquella muchacha? Aún no habría acabado la universidad, y teniendo en cuenta que la niña tendría 4 años...
El chico había tenido un mal día, y además, había estado a punto de salirse de la carretera. Su corazón aun le bombeaba del susto. Mientras recordaba la valla doblada, y la rueda delantera a escasos 2 centímetros del precipicio, un nuevo golpe le devolvió a la realidad: a la niña se le había caído un llavero que tenía forma de labios. Él se agachó, cogió el llavero y se lo entregó a la pequeña.
"Dale las gracias, hija" - le dijo cariñosamente la madre.
"¿Quieres darle un besito?" - preguntó la niña al chico, mientras señalaba su llavero.
" Mejor que me lo dé el llavero a mí" - contestó mientras ponía le ofrecía su mejilla.
Y en un segundo sucedió que la niña acercó el "llavero-labios" a la cara del chico, en ese mismo segundo, la madre miraba al chico con una sonrisa quizá llena de ternura, quizá llena de nostalgia, en ese mismo segundo, el chico posó su mirada en la madre y creyó conocerla de toda la vida.
El joven, siguió jugando con la niña. Alguien que hubiera visto esa escena, y que no los conociese, hubiera asegurado por lo más sagrado, que se trataba de un padre jugando con su hija. De vez en cuando, las miradas de los dos jóvenes se cruzaban tan rápidamente como se descruzaban, y no por ello eran miradas mudas.
El tren paró, el juego con la niña paró, el juego de miradas paró...
Cogió su maleta azul y antes de salir giró la cabeza para decir adiós. La niña estaba agitando su mano, mientras con la otra, le lanzó su llavero. La joven madre tenía los ojos encharcados, pero de gratitud. El corazón del joven estaba bombeando sin cesar, pero esta vez, no del susto del accidente.
El tren se marchó, y nadie de los que había en ese andén, vió bajar a un chico joven con una maleta azul.
"El joven de la maleta azul", de Acus.
martes, 7 de noviembre de 2006
Me atacó
Es posible conseguir algo luego de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto (Confucio)
Sin avisar, sin darme tiempo a preparar la defensa, me atacó. Quizás porque no me esperaba su reacción, o bien porque mis reflejos estaban charlando apasionadamente sobre lo que le dijo el señor Glóbulo Rojo a lady Plaqueta en la fiesta del Páncreas, el caso es que impactó en mí. Por suerte, calculó mal la distancia...
Le pudo el rencor. Seguía sin perdonarme, tras muchos años de esfuerzo por su parte. Al final, estalló y fue a por mí sin remordimientos. Intentó dificultar la entrada de aire por mis vías respiratorias, y me dañó la garganta.
Esta mañana decidí jugar mis cartas, y he tenido que asustarle un poco. Me tomé un vaso de leche caliente con miel, a ver si ese virus aprende que conmigo no va a poder. Por su parte, él me congestiona la nariz, y me irrita la garganta, pero yo estoy bebiendo agua sin parar para evitar en lo posible la aparición de la fiebre, y me abrigo bien, sobre todo el cuello, para que se ase de calor ese incómodo virus que intenta conquistarme.
Sin avisar, sin darme tiempo a preparar la defensa, me atacó. Quizás porque no me esperaba su reacción, o bien porque mis reflejos estaban charlando apasionadamente sobre lo que le dijo el señor Glóbulo Rojo a lady Plaqueta en la fiesta del Páncreas, el caso es que impactó en mí. Por suerte, calculó mal la distancia...
Le pudo el rencor. Seguía sin perdonarme, tras muchos años de esfuerzo por su parte. Al final, estalló y fue a por mí sin remordimientos. Intentó dificultar la entrada de aire por mis vías respiratorias, y me dañó la garganta.
Esta mañana decidí jugar mis cartas, y he tenido que asustarle un poco. Me tomé un vaso de leche caliente con miel, a ver si ese virus aprende que conmigo no va a poder. Por su parte, él me congestiona la nariz, y me irrita la garganta, pero yo estoy bebiendo agua sin parar para evitar en lo posible la aparición de la fiebre, y me abrigo bien, sobre todo el cuello, para que se ase de calor ese incómodo virus que intenta conquistarme.
lunes, 6 de noviembre de 2006
Me equivocaría otra vez
¬
Se torció el camino, tú ya sabes que no puedo volver,
son cosas del destino, siempre me quiere morder.
El horizonte se confunde con un negro telón
y puede ser..., como decir que se acabó la función.
Ha sido divertido, me equivocaría otra vez,
quisiera haber querido lo que no he sabido querer.
¿Quieres bailar conmigo? Puede que te pise los pies.
Soñaré sólo porque me he "quedao" dormido,
no voy a despertarme porque salga el sol,
ya sé llorar una vez por cada vez que río,
no sé restar..., no sé restar tu mitad a mi corazón.
Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué
perderse por los bares donde se bebe sin sed.
Virgen de la locura, nunca mas te voy a rezar
que me he "enterao" de los pecados que me quieres quitar.
Será más divertido cuando no me toque perder,
sigo apostando al cinco y cada dos por tres, sale seis.
Yo bailaría contigo, pero es que estoy sordo de un pie.
Soñaré sólo porque me he "quedao" dormido,
no voy a despertarme porque salga el sol,
ya sé llorar una vez por cada vez que río,
no sé restar..., no sé restar tu mitad a mi corazón.
"Me equivocaría otra vez", de Fito & Fitipaldis
Se torció el camino, tú ya sabes que no puedo volver,
son cosas del destino, siempre me quiere morder.
El horizonte se confunde con un negro telón
y puede ser..., como decir que se acabó la función.
Ha sido divertido, me equivocaría otra vez,
quisiera haber querido lo que no he sabido querer.
¿Quieres bailar conmigo? Puede que te pise los pies.
Soñaré sólo porque me he "quedao" dormido,
no voy a despertarme porque salga el sol,
ya sé llorar una vez por cada vez que río,
no sé restar..., no sé restar tu mitad a mi corazón.
Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué
perderse por los bares donde se bebe sin sed.
Virgen de la locura, nunca mas te voy a rezar
que me he "enterao" de los pecados que me quieres quitar.
Será más divertido cuando no me toque perder,
sigo apostando al cinco y cada dos por tres, sale seis.
Yo bailaría contigo, pero es que estoy sordo de un pie.
Soñaré sólo porque me he "quedao" dormido,
no voy a despertarme porque salga el sol,
ya sé llorar una vez por cada vez que río,
no sé restar..., no sé restar tu mitad a mi corazón.
"Me equivocaría otra vez", de Fito & Fitipaldis
jueves, 2 de noviembre de 2006
Corta el césped
¬
Un hombre le ofreció a su hija de doce años una propina si cortaba el césped del jardín. La muchacha puso manos a la obra con todo entusiasmo, y al anochecer había quedado perfectamente cortado todo el césped..., a excepción de una de las esquinas del mismo.
Cuando el padre le dijo que no podía darle la propina convenida, porque no había cortado todo el césped, ella le replicó que no le importaba, pero que no cortaría aquel trozo de césped.
Intrigado por conocer el motivo, el padre se acercó a examinar el lugar en cuestión y vio que, justamente en el centro de la zona que había quedado sin cortar, había un enorme sapo. La muchacha había sentido demasiada compasión como para atropellarlo con el cortacésped.
"Donde hay amor, hay desorden. El orden perfecto haría del mundo un cementerio"
"La oración de la rana", de Anthony de Mello
Le Dedico Este Cuento A "The Froggy", Mi Madrina De Blog; Si No Es Por Ella, Nunca Hubiera Creado Uno. Fue Mi Guía, Mi Inspiración, Mi Libro De Instrucciones Para Modificar Elementos De Mi Blog, Pero Sobre Todo, Es Mi Amiga.
Un hombre le ofreció a su hija de doce años una propina si cortaba el césped del jardín. La muchacha puso manos a la obra con todo entusiasmo, y al anochecer había quedado perfectamente cortado todo el césped..., a excepción de una de las esquinas del mismo.
Cuando el padre le dijo que no podía darle la propina convenida, porque no había cortado todo el césped, ella le replicó que no le importaba, pero que no cortaría aquel trozo de césped.
Intrigado por conocer el motivo, el padre se acercó a examinar el lugar en cuestión y vio que, justamente en el centro de la zona que había quedado sin cortar, había un enorme sapo. La muchacha había sentido demasiada compasión como para atropellarlo con el cortacésped.
"Donde hay amor, hay desorden. El orden perfecto haría del mundo un cementerio"
"La oración de la rana", de Anthony de Mello
Le Dedico Este Cuento A "The Froggy", Mi Madrina De Blog; Si No Es Por Ella, Nunca Hubiera Creado Uno. Fue Mi Guía, Mi Inspiración, Mi Libro De Instrucciones Para Modificar Elementos De Mi Blog, Pero Sobre Todo, Es Mi Amiga.
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