sábado, 13 de enero de 2007

El escondite

He sido un hombre que busca y aun lo sigo siendo, pero ya no busco en las estrellas y en los libros, sino en las enseñanzas de mi sangre (Hermann Hesse)

“..., ocho, nueve, diez…”

No podía ver. Algo le tapaba los ojos. Quizá su honestidad.

“…, dieciséis, diecisiete…”

Solo, de pie, frente a la pared. Apoyaba su cabeza en su brazo derecho.

“…, veintitrés, veinticuatro…”

El único sonido que le llegaba, era el de su propia voz. Su retahíla acabaría en breve.

“…, y treinta”.

El tiempo se acabó. Hizo una inspiración profunda y gritó:

“¡Que voy!”

Con suma tranquilidad, pero con paso decidido de saber dónde está lo que busca, entró en la habitación más grande para abrir el armario empotrado. Pero allí no estaba. Buscó debajo de las camas, detrás de las puertas, en la terraza, y siempre con el mismo resultado. No estaba allí. Llegó a revisar los cajones, las estanterías y la bañera, y al hallar una prolongada ausencia, se quedó pensativo.

Pasaron unos minutos y dedujo que en la casa no estaba. Pero claro, ¿por qué no se le habría ocurrido antes? Seguro que tenía que estar en la calle. Así que comenzó a buscar en cada portal, subiendo y bajando cuantos pisos tuviera, debajo de los coches y detrás de cada árbol.

Después de un par de horas, dedujo que en la calle no estaba. Pero, claro, ¿por qué no se le habría ocurrido antes? Seguro que tenía que estar en el pueblo. Así que comenzó a buscar en cada garaje, detrás de cada estatua y dentro de los supermercados; en cada jardín, en cada kiosco y en cada parada de autobús, sin hallar el más mínimo rastro de ella.

Al cabo de las tres semanas, dedujo que en el pueblo no estaba. Pero, claro, ¿Por qué no se le habría ocurrido antes? Seguro que tenía que estar en la ciudad. Así que se comenzó a buscarla en cada museo, en cada taller y en el aeropuerto, realizando una búsqueda exhaustiva en cada sala y en cada avión; buscó en cada bar, dentro de los hoteles y detrás de cada columna.

Pasaron los años, y dedujo que en la ciudad no estaba. Pero, claro, ¿por qué no se le habría ocurrido antes? Seguro que tenía que estar en el país. Así que comenzó a buscar en cada pueblo, en cada camino de cabras y en cada plaza mayor; en cada río, en cada estación de tren, y en cada perfumería, y siempre hallando su ausencia.

El frío invierno por el que estaba pasando, y el hecho de haber estado buscándola durante más de 60 años, fueron los principales factores que empezaron a calar en su cuerpo, haciéndole sentir, por primera vez, vulnerable. Abandonó su búsqueda, e inició un viaje de regreso a casa con las manos en los bolsillos a causa del temporal, lo que propició el que se encontrara un papel en uno de ellos y que leyó: “ESTOY CERCA”. Sus ojos no daban crédito a la nota, pero sin perder ni un solo segundo, se descalzó y pudo comprobar que no, que ella tampoco estaba allí. Se miró en el bolsillo de su camisa y tampoco, pero al hacerlo, notó sus latidos, y pudo comprobar que estos eran muy fuertes, y con tranquilidad, marchó rumbo a su casa, con una sonrisa de oreja a oreja, pues la había encontrado, siempre había estado en su corazón.

"El escondite", de Acus.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

La esperanza siempre debe de estar ahí, acompañando los pasos de los pies y los latidos del corazón.

Anónimo dijo...

Me encantan los relatos que escribes. Este está de órdago.
Felicidades

The Froggy dijo...

Qué lindo :)

Muaa!

MORGANA dijo...

Siempre habia estado a su lado, asi es amigo, no nos damos cuenta.
Muchos besos, bello post.

Anónimo dijo...

¡Por fin te has decidido!. Sabes que me gusta mucho y que triunfaste entre nuestro grupo con cosas tan maravillosamente escritas como esta, ahora estamos esperando muchas más aquí y en mi grupo de Griñón. Besazos

Anónimo dijo...

Maravilloso..... me haz dado la respuesta a muchas de mis preguntas.... por eso es que " la distancia no es ausencia y el silencio no es olvido" . un abrazo!!!

Isabel Barceló Chico dijo...

Tienes mucha razón, querido amigo. ¡El día que empecemos a escucharnos a nosotros mismos sin tratar de engañarnos, será, seguramente, el más feliz! Besos.

Anónimo dijo...

mmm. parece una sensación que suelo encontrar en mis bolsillos de vez en cuando.
una beso

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho esta nueva versión del escondite.

No se porqué, pero hay mucha gente, ó mejor dicho, somos muchos, los que nos pasamos nuestra vida buscando algo, que es probable que tengamos cerca y nunca nos hayamos dado cuenta.

Saludos

Acus dijo...

Cerillo, yo no lo podría haber descrito mejor. Un beso enorme.

Gracias Golifre, casi me sacas los coloretes, jeje. Muakis.

Sí, pequeña ranita, es lindo (aunque entonado con tu voz sonaría mejor). Un fortísimo abrazo, amiga.

Pero cuando nos damos cuenta, Morgana, ha merecido la pena tanta espera. Muchos besos.

Anduría, si quieres, comenta en tu grupo de literatura acerca de mi blog y los otros muchos como yo, que hacemos posible esto, y que nos echen un vistazo. Un besito.

Brisa Marina, preciosa y muy cierta frase. Podría ser la moraleja de mi relato perfectamente. Gracias. Un besote.

Isabel Romana, si nos escucháramos a nosotros mismos, quizá no fuera ese día el más feliz... (a saber qué encontraremos en nustro corazón que hay que modificar) Un abrazo lleno de cariño.
P.D: Ya leí tu respuesta ;-)(Muaks)

Pues yo te invito, Mariana, a que sigas buscando en ellos y a que me dejes uno de tus pantalones, a ver si yo encuentro un papelito de esos. Besis.

Perovsquita, otro problema sería haberlo encontrado, pero a una gran distancia de ti. Yo creo que hay muchas personas a nuestro alrededor en quienes no reparamos y que podrían ser importantes en nuestra vida. Un gran abrazo.

Anónimo dijo...

Precioso relato. Al final, con tesón, siempre encontramos lo que buscamos, el problema es que está en el lugar más insospechado.
Saludos

Anónimo dijo...

Gran relato.

Saludos

Acus dijo...

Tanhäuser, quizá ese lugar sí que lo sospechamos algunas veces, y por temor no queramos llegar. Pero es cierto que el no darse por vencidos supone que tarde o temprano encontremos lo que buscamos. Un abrazo.

Gracias Gran Hormiguita, y tus visitas aportan color a mis posts.

The Froggy dijo...

Con lo de "Qué lindo :)" no me refería sólo al relato... ;)

Un besote!

Acus dijo...

Sí, ya sé que es lindo tu corazón, Froggy, lo que es obvio, es obvio.