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“Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para salir a buscarlo”.
“Permiso denegado”, replicó el oficial. “No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto”.
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial estaba furioso: “¡Ya te dije yo que había muerto! ¡Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?”
Y el soldado, moribundo, respondió: “¡Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: “Jack…, estaba seguro de que vendrías”.
"La oración de la rana" de Anthony de Mello
martes, 25 de octubre de 2005
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3 comentarios:
:) Qué sabias son las ranas a veces, eh :P
Besotes!
Es sencillamente precioso. Saludiños amigo!!
Es lo que tiene ser de color verde, Froggy, que da sabiduría. Fíjate que lo mismo me tiño el pelo de verde..., je.
Gracias, Fran (de parte de Anthony de Mello). El problema es que si todos actuásemos así, con nuestros amigos, este hecho no lo veríamos tan precioso, lo veríamos como algo normal, algo que la amistad ya implica.
Buena pregunta, Xovi, creo que cada uno debería responderse a sí mismo, ya que cada uno, según su necesidad.
Un abrazo enorme a todos vosotros. Me encantan vuestras visitas, "estaba seguro de que escribiríais".
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