miércoles, 28 de febrero de 2007

Y si ese beso

Cuando en la noche más oscura siento
el llanto del susurro de un lamento,
tus caricias me quitan el tormento
y me entrego como la hoja al viento.

Sólo la espera me mantiene vivo
por ver que tus labios rozan los míos,
por ver que en mi mundo aun queda cariño,
por ver que en tu vida está mi camino.

Recibe el beso que te da mi alma
y guárdalo siempre en el corazón;
nos podríamos encontrar mañana,

y si ese beso en ti no descansó,
¿cómo podría amar a la que echaba
al fuego, un simple gesto de amor?

"Y si ese beso", de Acus, para Ana Flan (escrito en el verano del año 2000)

domingo, 25 de febrero de 2007

123

Pueden prohibirme seguir mi camino, pueden intentar forzar mi voluntad. Pero no pueden impedirme que, en el fondo de mi alma, elija a una o a otra (Henrik Johan Ibsen)

Sí. Me han pasado un "meme" hace unos días. Ontokita fue la culpable... (besos)

Y encima, leyendo el artículo sobre "el síndrome de Koro" que publicó Tanhäuser, pues la verdad, no podía romper la cadena.

Este meme, consiste en escribir cinco líneas del libro que actualmente os estéis leyendo, y que esas líneas se encuentren el la página 123. Después hay que mandar este meme a otras cinco blogueros más. Si por mí fuera, se lo volvía a enviar a Ontokita, pero no, porque no vale devolverle el meme a la misma persona que te lo envió.

Así que, ahí van los candidatos..., eso sí, esto es libre de hacer, no obliga a nada, pero cuidadín con los efectos secundarios que podríais tener si no lo hacéis...

- Sé que estás muy atareada, Froggy, pero todo lo que tenga que ver contigo, es maravilloso, amiga.

- Como quiero que despejes tu mente, Golifre, tú también eres otra candidata.

- No puedes faltar tú, Alida, pues tu blog fue uno de los primeros a quien seguí la pista.

- Tu constancia, Perovsquita, te ha hecho ganar un puesto en mi lista de candidatos.

- Y por último..., Brisa Marina, por haber acertado la solución de mi post-concurso.

(No sé si es un halago que os haya escogido, o todo lo contrario, un castigo...)

En fin, estas son las cinco líneas de los libros que estoy leyendo:

"Cuatro días después de que Kempelen se marchara, Tibor estaba trabajando en un mecanismo de relojería, cuando Jakob entró en la habitación sin llamar; llevaba colgadas en el brazo dos viejas levitas de Kempelen - una verde y la otra azul oscuro - que habían encontrado al despejar la sala contigua..." ("La máquina de ajedrez", de Robert Löhr).

También estoy con "The last Sherlock Holmes story", de Michael Dibdin, pero como no tiene más de 100 páginas, pues no os escribo nada.

Y un tercer libro, que estoy leyendo por las noches es "Cien cuentos para alcanzar sabiduría", de Margaret Silf y dice lo siguiente: "Un rabino preguntó una vez a sus alumnos si sabían cuándo terminaba la noche y empezaba un nuevo día. - Cuando se puede distinguir un animal a distancia y saber si es una oveja o un perro - sugirió un pupilo. No, te equivocas - dijo el rabino." (Y hasta ahí puedo contar...)

viernes, 23 de febrero de 2007

Antología

Para amarte necesito una razón
y es difícil creer que no exista una más
que este amor.

Sobra tanto dentro de este corazón,
que a pesar de que dicen
que los años son sabios
todavía se siente el dolor.

Porque todo el tiempo que pasé junto a ti
dejó tejido su hilo dentro de mí.

Y aprendí a quitarle al tiempo los segundos,
tú me hiciste ver el cielo aun más profundo;
junto a ti creo que aumenté más de tres kilos
con tus tantos dulces besos repartidos.

Desarrollaste mi sentido del olfato
y fue por ti que aprendí a querer los gatos;
despegaste del cemento mis zapatos
para escapar los dos volando un rato.

Pero olvidaste una final instrucción,
porque aun no sé como vivir sin tu amor.

Y descubrí lo que significa una rosa,
me enseñaste a decir mentiras piadosas
para poder verte a horas no adecuadas
y a reemplazar palabras por miradas.

Y fue por ti que escribí más de cien canciones
y hasta perdoné tus equivocaciones,
y conocí más de mil formas de besar,
y fue por ti que descubrí lo que es amar...

Lo que es amar...

"Antología", de Shakira.

domingo, 18 de febrero de 2007

Avioncitos de papel

El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza (Gilbert Keith Chesterton)

Cuando yo era pequeño, conocí a una niña con unos grandes ojos negros. Íbamos juntos a clase y ella siempre me miraba, pero yo nunca le decía nada porque era muy tímido.

Un día, cuando volví del recreo, ella había dejado un avioncito de papel encima de mi pupitre. Yo la miré, ella ya me miraba y sonrió, pero no le dije nada porque era muy tímido.

Pero el segundo día había dejado dos avioncitos de papel. La volví a mirar, me volvió a sonreir, pero nada, seguí sin poder decirle nada.

¿Al tercer día? Al tercer día el pupitre estaba lleno de aviones de papel.

¿La clase? La clase estaba llena de aviones de papel.

¿El colegio? El colegio lleno de aviones de papel.

Entonces no tuve más remedio que buscarla, y la busqué y cuando la encontré le dije:

"¿Por qué? ¿Por qué me regalas tantos aviones de papel?"

Y ella me contestó:

"Porque tú, Tú eres mi cielo".

"Avioncitos de papel", de Jairo Anibal niño.

miércoles, 14 de febrero de 2007

El grito

Cualquiera puede dominar un sufrimiento, excepto el que lo siente (William Shakespeare)

Un grito desgarrador se oyó al otro lado de la puerta. Con el cuerpo en tensión, los que se encontraban en la pequeña sala circular, no podían ocultar su nerviosismo. Los lamentos y quejidos eran cada vez más desesperados.

Un grito, esta vez entrecortado por las lágrimas, se oyó. Su tiempo se estaba agotando, y eso lo sabían todos, y todos entrarían por aquella puerta esa oscura tarde...

Un grito, ya sin apenas fuerzas, traspasó la puerta. Al poco, el silencio se hizo tan intenso, que los oídos empezaron a sentir dolor. Nadie se movía. Todos sabían que habían acabado con él.

- ¡Qué afortunado ha sido! ¡Han estado muy poco tiempo con él! - susurró uno de los jóvenes que se encontraban en aquella sala.

La puerta se abrió crujiendo su madera. El chico que había hablado anteriormente, se levantó sin demasiada prisa. Era su turno. Se oyeron suspiros de alivio, aunque, sabían que era un simple aplazamiento, ya les tocaría a ellos.

Avanzó hacia la puerta casi arrastrando sus piernas. Éstas estaban contraídas de los nervios. Cruzó el umbral, y la puerta se cerró con un golpe seco.

En la sala, uno de los jóvenes tuvo el valor de hablar, y lo hizo tan bajito, que otro se acercó para escuchar lo que decía:

- ¿Son ciertos los rumores que he escuchado?

- Sí. Es su primer día depilando...

"El grito", de Acus.

domingo, 11 de febrero de 2007

Dos enamorados

La edad no protege del amor. Pero el amor protege de la edad (Jeanne Moreau)

Esta es la historia de dos enamorados.

Se quieren tanto, que no hacen falta palabras para entender lo que el otro está pensando. Cada gesto es observado por el otro con extremo cariño. Cada palabra pronunciada, es una caricia tierna en los oídos de la pareja.

Siempre van de la mano, llenando las calles de ilusión y de sonrisas. Siempre miran hacia el futuro, hablan de sus proyectos, comparten sus sueños...

Esta es la historia de dos enamorados que saben el verdadero significado del amor.

Se quieren tanto, que con sólo la felicidad del otro, se puede conseguir la felicidad propia. Cuando uno se convierte en lágrimas, el otro lo hace en seco y cálido paño.

Siempre escuchan lo que el otro tiene que decir, discuten sin miedo a reconocer que el otro tiene razón, saben pedir perdón, aunque no les hace falta pedirlo. No entre ellos. Se quieren, se aman, están entregados el uno al otro, son amigos, amantes, cómplices de sus abrazos y experiencias...

Esta es la historia de dos enamorados y vecinos míos, donde cada uno supera ya los ochenta años.

"Dos enamorados", de Acus.

jueves, 8 de febrero de 2007

Dame

Dame algo más que silencio o dulzura
Algo que tengas y no sepas
No quiero regalos exquisitos
Dame una piedra.

No te quedes quieto mirándome
como si quisieras decirme
que hay demasiadas cosas mudas
debajo de lo que se dice.

Dame algo lento y delgado
como un cuchillo por la espalda
Y si no tienes nada que darme
¡dame todo lo que te falta!

"Dame", de Carlos Edmundo de Ory

lunes, 5 de febrero de 2007

Los hombres en el trabajo

Ésta es la historia de un viajero que, en plena Edad Media, fue a parar a un pequeño pueblo francés. El caminante, al ver que prácticamente todo el pueblo se encontraba en obras, decidió acercarse a unos canteros para interesarse por su trabajo.

- ¿Podría explicarme en qué consiste su trabajo? - le preguntó a uno de los trabajadores.

El hombre, molesto por la pregunta, le contestó a regañadientes:

- Estoy picando estos enormes bloques de piedra con la más primitiva de las herramientas y después los estoy ensamblando tal y como se me ha indicado. Como uested imaginará, estoy sudando la gota gorda y además me duele muchísimo la espalda. Y para colmo de los colmos, me aburro como una ostra y me paso el día soñando con dejar este trabajo tan absurdo y tan duro.

Ante tal respuesta, el viajero optó por largarse y entrevistar a otro cantero.

- ¿Podría explicarme en qué cosiste su trabajo? - preguntó nuevamente.

Y el segundo cantero le contestó:

- Pues mire, como tengo mujer e hijos no me queda más remedio que levantarme pronto cada mañana y venir a picar la piedra, tal y como se me ordena. Es un trabajo repetitivo, como se imaginará, pero gracias a él puedo alimentar a mi familia, que es lo que importa.

Más animado por esta segunda respuesta, el forastero se acercó a otro trabajador.

- Y usted, ¿qué está haciendo?

Y el tercer cantero, con los ojos brillantes de la emoción y con el dedo índice apuntando hacia el cielo, le contestó:

- Nada menos, señor, que levatar una catedral. ¡Una preciosa catedral!

"Los hombres en el trabajo", Anónimo.

sábado, 3 de febrero de 2007

Voces

Ocurre con la gente de mente pequeña lo mismo que con las botellas de cuello estrecho. Cuanto menos contiene, más ruido hacen al vaciarlas (Alexander Pope)

No paro de oír voces.

El problema es que están en mi cabeza.

Llevo toda la mañana intentando buscar una solución.

No quiero comentárselo a nadie, no quiero que me tachen de loco.

Quizá sea algo pasajero, qué se yo, esperaré un rato más.

Me están taladrando la cabeza, no aguanto.

Llevo quince horas así.

Me acabo de meter en un vacío callejón.

No hay nadie, es de noche, y todavía no quiero ir a casa.

Vuelven las voces, miro a la izquierda y a la derecha y no hay nadie.

A lo lejos, una extraña silueta avanza despacio hacia mí.

Quizá esté empezando a tener visiones.

Ya no sé qué es real.

Se aproxima, y tranquilizo a mis nervios.

Es un chico con su bici al hombro y una mochila en el otro.

Para mi sorpresa, se para delante de mí y me habla..., pero no le oigo.

Suelta su mochila, y veloz, aproxima su mano hasta mi cara.

Dolor. Algo ha arrancado, pues mi oído llora.

Los ruidos me envuelven.

El chico vuelve a hablar pero suena a trueno.

Salgo corriendo mientras un cable golpea sin cesar, mi pecho.

Rápido, me vuelvo a poner los auriculares para protegerme del ruido.

Ese desgraciado, se merece el peor castigo que pueda existir.

Vuelvo a escuchar nuevemente las voces.

Es mejor que oír al mundo.

"Voces", de Acus.

jueves, 1 de febrero de 2007

Dedicatorias para el taxista de la 503

En las adversidades sale a la luz la virtud (Aristóteles)

Esta mañana, mi compañera ha estado intentando llamar al departamento de clases pasivas, y ha llegado a estar ocho minutos escuchando "le informamos de que en este momento, nuestras líneas están ocupadas, estamos haciendo todo lo posible por atenderle lo antes posible, gracias". Frase que sustituía cada 20 segundos, la música clásica de fondo.

Resulta que al rato, volvió a llamar y puso el manos libres y dejó el teléfono en la mesa, para no estar todo el rato con él pegado a la oreja, y mientras, me empezó a contar una historia que ahora paso a contaros (lo bueno, es que teníamos música clásica de fondo, je).

Esta mañana, yendo mi compañera tranquilamente de camino a la oficina, por la carretera M-503, para coger la M-40 a la altura de la glorieta de la Ciudad de la Imagen, se encuentra con un taxista que iba por el carril de aceleración que se incorporaba a su carril, a la misma velocidad que ella, y el taxista, al dar un volantazo a la izquierda para cambiar de carril, hizo frenar bruscamente a mi compi. Ella le dio las largas, le pitó, y al desgraciado del taxista ese, no se le ocurre otra cosa que frenar y quedarse parado, con lo cual, otro frenazo que tuvo ella que dar. Hoy ha usado el ABS más veces que en toda su vida.

Después, antes de llegar a la glorieta, el taxista ha cambiado de carril y qué casualidad que el carril por el que iba mi compi, avanzaba más deprisa, y claro, se ha puesto a su nivel. En esto que ella baja la ventanilla, y le grita lo que le sale del alma, se le llenó la boca diciéndole "Hijo de puta". Y va él, la mira y contesta: "Chúpamela".

Mi compañera, ni corta ni perezosa, cogió el bate de béisbol que tenía en el asiento trasero, se bajó del coche, y con varios enrabietados golpes, le destrozó las ventanillas laterales, el retrovisor derecho, y numerosas abolladuras en la carrocería. El taxista que se baja también, se acerca a ella, y cuando está a punto de golpearla, ella saca su revólver y le revienta sus partes bajas (que no nobles)...

Bueno, esta es realmente la película que mi compañera se había montado en la cabeza y lo que le hubiera gustado que hubiese ocurrido. En realidad, después del grosero y machista comentario del taxista, ella le dijo "Más quisieras tú, cerdo, encima de que te has saltado el ceda, quieres llevar la razón. Gilipollas". Y se largó.

La verdad, así da gusto conducir por las carreteras, exponiéndote a los "dueños y señores de la conducción" que no miran por nadie y no tienen, y con perdón de la expresión, NI PUTA IDEA DE EDUCACIÓN VIAL, arriesgando su vida y la del resto de los que inocentemente pagamos en muchas ocasiones los platos rotos. La reacción del "machito" taxista al ver que se trataba de una mujer al volante, ha sido de lo más ruín, estúpido y viene a decir que "mucho ruído y pocas nueces". Y cada uno que lo interprete como quiera.

Al terminar el relato, oímos una vocecilla que salía del auricular del teléfono: "¿Sí? ¿Oiga?" En este momento nos dio un ataque de risa, mi compañera empezó a hablar y a reír al mismo tiempo, y es que la mujer que le contestó por el teléfono, había oído toda la historia, pero nosotros ni nos dimos cuenta que la música clásica había dejado de sonar, jajajajaja, así que yo tuve que salir del despacho para reír a gusto en la habitación contigua, y mi compañera intentaba guardar la compostura al teléfono, pero que no había forma de volver a la seriedad..., la verdad es que la mujer se mostró muy agradable con ella, bastante paciente y se interesó por el caso, je. Justo antes de acabar la conversación, mi compañera le dijo que mañana le llevaba unos papeles, y la funcionaria le contestó "Pero no te traigas el bate de béisbol".

La llamada acabó para dar nuevamente paso a nuestra risa.